sábado, 19 de septiembre de 2009

el día que las lágrimas llegaron*


Hundido en la felicidad más dolorosa que mi alma pudo alguna vez imaginar te extraño.

A pesar de no conocerte te extraño; será porque mi piel todavía tiene recuerdos de todas las veces que nos asesinamos a través de las vidas que nos ataron.

De rodillas, sumiso, te miró desafiante y con un latido rabioso deschavo mi corazón para que lo destroces.

No quiero ser feliz. Quiero padecerme en miedos y locuras personales a través tuyo.

L

1 comentario:

  1. "De rodillas, sumiso, te miró desafiante y con un latido rabioso deschavo mi corazón para que lo destroces."
    fuerte, muy lindo, escribís muuuy lindo. saludos por acá!

    ResponderEliminar