domingo, 5 de septiembre de 2010

Reiniciación



La carrera terminó.
Escale tu lamento encarnándome cada dañina letra en las palmas,
Mi propia sangre se hace tunica en mis brazos para mi cuerpo,
Tapa todo menos el sexo,
A ese lo dejo libre para hundirte mi remordimiento lascivo.

Vomito mi reproche que toma forma de cadenas,
Te amarran a la hoguera,
Cubierto de los leños que una vez fueron el árbol enorme 
Que te situaba a kilómetros de mi mirada
Te estoy por incinerar,
Para siempre.

Mi caída libre desde el suelo hacia tu cielo es a prueba de aves fénix
No vas a volver después de esto,

La turba morbosa de gente se junta alrededor nuestro,
Somos los dos que una vez fuimos ídolos
Que ellos elevaron más alto aun que nuestros mismos egos
Muy alto,
Alto para cuando caigamos endulcemos sus mediocres oídos con el canto que les asegurara a ellos, que hasta los más increíbles pueden vencerse, como humano, como plebe, como mediocre.

Mi alma muta en mil diablos que brotan de mi estomago hacia el mundo,
A mi paso una estela de fuego da escalofríos a cuanto mortal la perciba,
De mis brazos emanan filamentos sensoriales que se regocijan percibiendo tu terror

Lagrimean litros de semen por la felicidad de sentirte a mi merced,
Voy a tu encuentro.

El fuego de mi inseguridad herida es lo que hará arder la pira.
Llevo la mirada flameante del amor que una vez redujiste a vergüenza y humillación.

Salto trenzando mis piernas alrededor de tu incertidumbre,
Un brazo se siente cómodo cruzando de hombro a hombro como alguna vez supo hacerlo para besarte, hoy para matarte.
El otro arranca de pecho tu corazón.

Lo devoro para el público mientras te sigo vivo, todavía estás vivo.

De tus poros escapa el olor a desesperación, es lo único que puede escapar.
Las brazas comienzan a arder, antes de pegar mi salto te desenmascaro,
Quiero ver tu mirada, una ultima vez
La siento segura, como siempre, feliz ocultando todas las míseras verdades.

Cae la capucha a metros.
El silencio solo se corta por la madera que sigue danzando hacia vos.

Nunca hubo un “vos”
Siempre fue un “yo”
Mi rostro me mira fijo a la cara.
Estoy atado a la condena que yo dictaminé.

Le asigne tu nombre a una proyección de mis miedos
Justifique mi cobardía en nombre de tus actos

Soy la trampa.

Me estoy quemando.

El fuego exorciza. Acá no hay aves fénix,

Al yo que venga después de mi le dejo un testamento escrito en los huesos
Le dejo marcas en la piel que espero sepa leer
Le dejo cruces de hierro que lo hagan besar el suelo
Le dejo la ausencia de “vos”

Pero también le dejo lo mejor que tengo, tuve y tendré.

A él, le dejo un yo.


Soy el hombre nuevo.

2 comentarios:

  1. Festejo la buena nueva! La estética de tu arte...me aconseja.

    Saludos felices!

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  2. Nunca hubo un “vos”
    Siempre fue un “yo”

    Que simple frase y tan buena, si todos tuviésemos en cuenta eso dejarían de existir los libros de autoayuda.
    Me encanta como escribís!
    Saludos!

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