Barranqueras, Chaco. Primera candidata a ser la capital de la provincia, pero no. Luego vino el ferrocarril, creció el puerto y la ciudad auguraba lo mismo, pero no.
Un río que se presentaba como recurso y amenaza. Dando pero reclamando a tal punto que se metía en sus casas, en sus vidas.
Y de repente, un muro.
Una solución gris que cortó inundaciones, casas, vecindarios y muchas historias que hace tiempo habían comenzado en Barranqueras. Parada al borde de la costa, una plazoleta en honor a la mujer, abandonada, solitaria con solo restos de algo que supo ser. Hoy oculta tras el centinela de cemento.
Así como la luna atrae y moviliza los mares, un sol movilizó el río de nuestras voluntades. Una ola gigante de la cual emergió esta BARCA, una flota que arremetió con tanta fuerza que abrió el muro con tantos colores como solo un cielo puede dar.
BARCA no propone, invita. Y así fue que llegaron los artistas, los que tienen ese titulo y los que lo son del cuore; y claro, también aparecieron vecinos, viajeros, desaparecidos diciendo “presente”, algunos que ni saben como allí estaban y el infaltable, Trompo.
¿Para que nombrarles a los que allí anduvimos? si cuando se izó la vela de esta movida, todos nos convertimos en bravíos marineros al galope de algo más grande, el arte como lenguaje del alma.
A quien haya estado allí, poco puedo explicarle del ambiente que se sentía, donde entre filetes porteñísimos encontrábamos seres del litoral y graffitis de tintes foráneos. Todo trasmitía lenguas de unión, obras que se comenzaron en estos tres días pero que cada ejecutor dejo abierta para que el tiempo y las demás voluntades la continúen.
Mas allá de la organización que a todo pulmón nos dio una casa que ya es nuestra, nos movimos en la calle, y jugamos según sus leyes.
Leyes que en general condenan a estos artistas por dar color al muro que divide ciudades, pero nada dice de las pintadas políticas que auguran falsedad y miserias.
Esta calle crea sus pintores, bailarines y cantantes con el mismo, o generalmente mas, esfuerzo que los que así son llamados. Ninguno es mejor o peor que el otro, son distintos, son iguales y quizás sea tiempo de mixarlos en pos de conceptos de creación. Nuevos rumbos para esta nave.
Soy caminante de ningún lugar y oyente de historias. Soy voyeur de lágrimas de los sentidos y grito de carcajadas. Soy eco de personas mágicas, increíbles como las que habité estos tres días. Podría seguir contándoles mucho más, pero prefiero que el muro les cuente lo que yo viví. Subido a este no colectivo, sino barco artístico, tuve la alegría de reafirmar que el interior vive, que el Sapucai de esta zona esta lleno de creadores, lleno de talento y espíritu.
Soy eternamente agradecido a la vida y penas que me hicieron llegar hasta allí. Subí solo al micro pero arrastrando conmigo mucha gente que se quedará para siempre en mí. Recorro 1000km de vuelta con ojos que cuando vean una pared graffiteada sabrán leer una cultura. Recorro nuevamente Buenos Aires y me siento como ella, como la mujer de la plazoleta que solo veía gris. La pienso y cierro los ojos imaginando lo que ella ahora ve. Un río, uno de colores nacido de la alegría, cooperación y fuerza de un puñado de seres que saben que lo que necesita ser intervenido, no es solo un muro, sino todo lo que dejó de tener esa magia que hoy habita en Barranqueras…
Lucas Gutiérrez
